By: weremoto
September 26, 2019

Diario de una remota

Si me decían hace unos cuatro años atrás que iba a trabajar desde la comodidad de mi casa y que solo necesitaba una computadora e internet, posiblemente hubiese dicho que estaban locos. Lo que hasta un tiempo parecía muy lejano, hoy es mi parte de mi vida cotidiana: trabajo para una empresa de Barcelona, mientras yo vivo en Argentina. Y lo mejor de todo es que hago lo que realmente amo: escribir. Hoy, quiero contarte cómo fue posible para mí y porque también lo es para ti.

Trabajando desde el lugar que me hace sentir cómoda

Todos los días me levanto a las ocho de la mañana (¡los trabajadores remotos sí tenemos horarios!), aunque los fines de semana un poco más tarde. Mate de por medio, pues soy argentina, encaro mi actividad diaria: la redacción web para diversos blogs de los que formo parte. Lo mejor que tiene mi trabajo sea quizás eso: poder ser parte de diversas compañías, de las cuales soy empleada permanente, pero que me permiten experimentar diversos aspectos creativos de la escritura.

Generalmente trabajo desde mi oficina, pero si a veces estoy cansada del mismo lugar, suelo ir a un café en la esquina de mi barrio; me comunico con otras personas, charlo con los mozos y le doy una renovación a mi cabeza, que a veces necesita nuevos aires para producir más. Una vez por semana, converso con mis editores a través de Skype, donde no solo mantenemos una charla formal de trabajo, sino que nos podemos al día con aspectos de nuestras vidas. ¡Y eso es lo mejor! Se acabaron para mí los jefes que me respiran en la nuca para que sea más productiva.

¿Cómo llegué a formar parte del mundo del trabajo remoto?

Un día, en mi anterior trabajo en un periódico local, me di cuenta que no quería más trabajar de esto. Quería seguir escribiendo, pero ya no así, donde sentía que en cualquier momento se me iba a acabar la creatividad. Y casi de casualidad, como si fuese una señal divina, encontré en una red social un aviso sobre una plataforma que me prometía trabajar de lo que me gustaba, desde cualquier lugar del mundo. Con pocas expectativas apliqué y al mes obtuve una oferta realmente generosa para ser parte de una empresa de casamientos. Hoy, hace ya dos años soy parte de ella, y me ha permitido dejar mi trabajo anterior, para dedicarme cien por ciento al trabajo remoto.

Desde ese día, siempre estoy en búsqueda de oportunidades que realmente me saquen de mi zona de confort, y que, a la vez, por supuesto, me sirvan económicamente. En ese sentido, los beneficios a mi vida han sido muchos: descanso realmente mejor, he logrado ser una persona más organizada, ya no tengo gastos ridículos en transporte público y hasta he podido decidir cuándo irme de vacaciones, sin depender de ningún calendario. Sin duda, ya no podría volver a trabajar en una oficina.

Aprendiendo todos los días

Adentrarme en el mundo del trabajo remoto ha sido un aprendizaje cotidiano. Conocer nuevas plataformas de pago, poder invertir en mejor formación (¡no puedo quedarme atrás!) e ir conociendo cómo trabajan las empresas que eligen trabajadores remotos. Cada una es distinta, y buscan un perfil específico; es cuestión de uno mismo irse amoldando a los requerimientos del mercado. Eso sí, siempre con responsabilidad: ser una trabajadora remota me ha enseñado que es fundamental sentirse parte del equipo, creer en él y apostara seguir creciendo.

Por fortuna, mis experiencias han sido todas positivas, aunque reconozco que en un principio no ha sido fácil. Recuerdo, ahora con gracia, la primer videoconferencia que tuve con mi grupo de trabajo: yo estaba muy nerviosa, pues no sabía qué tendría que hacer concretamente. Y nunca se me cruzó por la cabeza que debía vestirme decente, puesto que todos me verían. ¡Yo estaba con una camiseta de fútbol de mi equipo favorito! Cuando se inició el video, me llevé tamaña sorpresa al ver que todos estaban excelentemente bien vestidos, mientras yo parecía recién levantada. Por supuesto, todos me miraron sorprendida, aunque mi editora lo vio gracioso y me señaló: “¡Ustedes los argentinos y su fanatismo por el fútbol!”  Si bien la conversación fue muy distentida, desde ese día he aprendido que, ante todo, debo ser una profesional, así esté trabajando desde una playa.

Y es que de eso se trata, en gran parte, el trabajo remoto: tomárselo con la seriedad de un trabajo fijo, pero con las facilidades y beneficios de poder hacerlo todo desde la comodidad de tu lugar preferido. Animo a todos quienes están buscando virar hacia otras experiencias a que prueben esta nueva modalidad. Las empresas de todo el mundo nos están buscando. ¡Es cuestión que demos con la indicada!

Ana C.

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